Para las grandes ciudades la altura es sinónimo de desarrollo social y económico, quizá por su complicado proceso de construcción. En las religiones ocurre algo parecido. Sin embargo, mas allá de superar una altura específica, las iglesias, que representan un verdadero reto arquitectónico para el hombre, buscan reflejar la belleza y grandeza del ser al que está dedicado su construcción. Sobre todo, la iglesia católica es la que más se esmera en que la casa de Dios sea un lugar que se asemeje al mismísimo cielo bíblico.
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